Prosa púrpura

   // Lenguaje excesivamente adornado.

   ¡Hola, mis letritas hermosas!

   Resulta que estaba editando un proyecto y me vino a la cabeza que a veces me cuesta frenar la lengua y me explayo más de lo necesario. No es que sea completamente malo, pero no suele ser conveniente si la obra no está para eso. Pero de todas formas que un párrafo se alargue no quiere decir que sea llamado “de prosa púrpura” o “purple prose”, lo que sí le da esta característica de moradito son otros elementos que detallaré a continuación.

Créditos de imagen a Domus Romana

   Empecemos con lo básico, ¿de dónde viene el concepto? ¿Por qué “púrpura”? Ya se los explico, pero por contexto aquí viene un dato curioso necesario: Los tintes morados por allá hace unos dos mil años, o más, eran sumamente difíciles de tener y por lo tanto, sólo quienes pudieran pagarlo podrían tenerlo.

   De esta manera, sólo gente adinerada podía permitirse el color en su ropa y en algunos casos sólo los que estuvieran en el trono podrían utilizarlo. Sí, también se volvió un color simbólico en cuanto al poder debido a esto. Ahora bien, resulta que no es novedad que alguien use algo aparentemente caro para fingir tener mayor estatus. Así es como muchos ponían trozos de tela púrpura en su ropa para verse más adinerados (sin obtener resultados favorables, claro).

   Dicho esto, Horacio (Quinto Horacio Flaco, 65 a. C. - 8 a. C) realizó una pequeña comparación entre estos parches de tela con un lenguaje aparentemente elevado y elegante para que el texto fuera “mejor”, sin lograrlo:

   “Muchas veces, a preámbulos serios y que mucho prometen se les cosen uno o dos trapos de púrpura para que reluzcan de lejos, describiendo un bosque y un altar de Diana, y el serpentear de las aguas que corren por campos amenos, o la corriente del Rin, o el arco que sigue a la lluvia; pero ése no era el momento de tales asuntos. También sabes, tal vez, representar un ciprés; ¿pero eso a qué viene, si quien te paga lo hace para que lo pintes a él nadando desesperado después de un naufragio? Se empezó a hacer un ánfora: ¿por qué, al correr de la rueda, es un cántaro lo que sale? [Beta: es decir, empezó haciendo una cosa y terminó con otra.] En fin, que sea lo que tú quieras, con tal de que sea homogéneo y tenga unidad”. (página 384, Arte poética o Epístola a los Pisones).

   Entonces, la prosa púrpura es esa manera de narrar con excesos de metáforas, extravagancias y adornos cuando no es un estilo que se mantiene en toda la obra y mucho menos tiene razón de ser. O sea, el estilo y la trama no ameritan tales adornos. Ser formal y propio al hablar no es lo mismo que exceder con los símiles, metáforas y alegorías (esta última se trata de una sucesión de metáforas ligadas que se mantienen a lo largo de un texto y se toman como conjunto).

   Continuando con datos para aclarar mejor el concepto, la prosa púrpura podría confundirse con el barroco, pero no son lo mismo. Si bien la definición de barroco surgió saliendo del Renacimiento como un peyorativo a lo suntuoso, hiper decorado y excesivamente detallado, este tenía una estructura y propósito. El barroco, en la literatura, disfrutaba de los juegos de palabras y de sentidos múltiples para una sola frase o concepto, gustaba de cargar de imágenes y metáforas, y de expresar las ideas que marcaron dicho género: el pesimismo, el desengaño, la miseria de la condición humana; una nueva visión de lo picaresco, lo mutable y el paso del tiempo. El lenguaje podría tener palabras poco usadas, sí, pero por su concepto estaban allí. Claro, no elimina que muchas veces se pasaban con sus acertijos y los textos quedaban tan pesados como concreto, pero había un motivo detrás de este movimiento.

   De distinto modo es la llamada prosa púrpura. Es un estilo que, ya sea accidental o no, recarga el texto o provoca parchones recargados que no van en sintonía con el resto de la narración. De hecho, por eso no es de extrañar que muchos lo tomen como muestra de pretensión. Ya que he dejado algunas cosas claras, me es más fácil continuar puntualizando elementos de detección de parches morados.

   >> Detalles que ayudan a identificar la prosa púrpura:

   1). Palabras rebuscadas, muy poco usuales o incluso difíciles de pronunciar. No hay que tomarse esto a pecho, tener un vocabulario amplio y hacer uso de palabras que muchos conocen y pocos utilizan es distinto a usar palabras complicadas para parecer un autor más serio o una obra más "compleja".

   2). Muchos adjetivos, adverbios, metáforas y alegorías para describir algo que no necesita tanto de estos recursos. Esto es cuando un personaje despierta en la mañana y de pronto parece lírica en plan: "Los cálidos y tenues rayos del sol acariciaban con dulzura la mejilla de piel de canela. Las sábanas como algodón cubrían la parte inferior de aquel cuerpo durmiente y sus ojos de avellana no podían deleitar estando sumergidos en los brazos de Morfeo. No aún, porque el astro diurno parecía no esforzarse en traer de vuelta aquella mirada alegre y la encantadora sonrisa que adornaba su rostro...".

   3). Las palabras rimbombantes pululan hasta en las cosas más sencillas. El exceso de adornos termina por hacer pesado y caótico el párrafo, el cual acaba perdiendo sentido. Esto, de hecho, es parte de la crítica de Poe en "Cómo escribir un Artículo para Blackwood":

   “Sobre todo, trabaje con insinuaciones. Insinúelo todo, no afirme nada. Si tuviera usted el deseo de escribir "pan y mantequilla" no se le ocurra hacerlo de una forma directa. Puede usted decir todo lo que se aproxime al "pan y mantequilla". Puede hacer insinuaciones del pastel de trigo negro, e incluso puede usted llegar a hacer insinuaciones acerca del "porridge", pero si lo que quiere usted decir de verdad es "pan y mantequilla", sea usted prudente, mi querida Miss Psyche, y bajo ningún concepto se le ocurra a usted decir "pan y mantequilla"” (pág.8).

   4). Presencia de palabras demasiado técnicas que prácticamente sólo un profesional o un aficionado acérrimo utilizaría. Una palabra propia no está mal si es necesaria, pero que las haya en exceso y sin necesidad, que aparezcan para una situación donde se necesite un poquito de descripción simple se vuelve inconveniente. Como si en vez de decir que nuestro aventurero se está desangrando y ya se lo ve pálido y débil, diga que sus órganos sufren hipovolemia a causa de la funesta herida de arma blanca que abrió sus vasos sanguíneos, de modo que la pérdida de plasma, células y electrolitos sea inevitable y cuantiosa como las cascadas que él tanto adora. O sea, queda como raro. Una muerte trágica y sentimental puede darse sin extendernos ni acomplejar el relato de manera innecesaria.

   5). Esta se resume en breve: incoherencia entre mundo y narración. Por ejemplo, los personajes viven en medio de un apocalipsis zombie, la plaga ha consumido medio mundo y ellos pasean por calles llenas de basura y sangre, los edificios están destruidos y abandonados y cada tantos pasos pueden visualizar un cadáver carcomido por las bestias. Pero entonces la narración es tal “el vital líquido que rebosa las venas ahora se derramaba por las calles negras y teñía todo de un rojo de vida, un rojo de muerte y presentaba la dicotomía de la existencia humana en aquel desastre que había tomado tantas vidas, tantos cuerpos que ahora rondaban, cadavéricos y putrefactos, en busca de un poco de carne, en busca de más sangre para derramar y consumir con un cuerpo que había perdido su propia vitalidad hacía mucho”.

   ¿De qué me sirve esa elegancia para expresarme si lo que expreso amerita crudeza? Podría dar un par de metáforas, sí, pero no al exceso, no con tanta elegancia. La historia es sucia, triste, dramática, no requiere de un lenguaje y frases rebuscadas.

   Con esto aclarado, podemos pasar a remarcar pequeños consejos para arreglar o evadir estos errores.

   >> Cuidados que ayudan a evitar la prosa púrpura:

   1). Sinceridad con el vocabulario que poseemos y con el estilo de la obra. Por ejemplo, conozco muchos tecnicismos arquitectónicos que me sirven montones cuando hago una imagen en mis historias más largas, pero no voy a hablarle de viguetas, pináculos y alféizares a niños de nueve años para describirles el castillo de los reyes de un cuento. Además, a veces, aunque se trate de una pequeña novela, el estilo que usemos al narrar nos puede permitir o impedir excedernos con descripciones "elevadas".

   2). Cuando se trata de una escena donde se necesite alentar la acción las descripciones más largas son permitidas; pero no significa que usemos tres renglones para decir "caminaba por la calle". Porque una cosa es que describa un objeto a detalle y precisión y otra muy diferente que me alargue con tres metáforas diferentes para una sola característica. Si la chica tiene ojos marrón claro puedo decir que parecen miel o almendras, pero no que son "cual la rica miel que destila el panal de las trabajadoras abejas, un par de almendrados iris que brillaban con el sol e invitaban a sumergirse en la dulzura de su mirada". A menos que sea poesía, tal comparación se vuelve excesiva.

   3). El lenguaje metafórico es bonito cuando se usa con simpleza, frases cortas y en moderación. Así que aún podemos hacer bonitas frases sin recargar el texto. Por ejemplo, el párrafo que expuse antes de la persona dormida podría reducirse a esto: "El sol ya calentaba y sus rayos tocaban su mejilla. Sin embargo, tan tenue era la luz y bajo el calor, que los ojos de avellana aún no se despertaban".

   4). Una gran escena no tiene por qué ser larga. Lo mencioné brevemente cuando hablé de las páginas por capítulo y lo repito ahora: una historia larga no es lo mismo que una historia alargada. Este principio también se aplica a las escenas. Como antes dijo el buen Horacio, si la situación no amerita describir el altar a Diana, no se pone. Sólo porque el personaje es bello físicamente hablando no vamos a aprovechar cada párrafo para hablar de su piel de porcelana, sus ojos como la noche estrellada y la cabellera de rayos de sol fulgurantes.

   De hecho, aquí caen las típicas escenas de despertar y bañarse, ¿de verdad es necesaria la escena y absolutamente importante que se hable de su belleza física? ¿Esa escena no serviría mejor para hablar de sus hábitos o alguna seña importante de su cuerpo que servirá para la trama?

   Va, dejo de alargarme más. Ya hemos llegado al final de esta entrada y conseguí expresar lo que quería; sin embargo, si aún les parece que he dejado algo colgando no duden en decirlo y yo con gusto arreglo el pequeño desperfecto. Sin más que decir, me despido.

   Atentamente, una beta de por ahí, ¡chao!
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   Fuentes de interés y blogs hablando del tema:
   Cómo escribir un Artículo para Blackwood. Edgar Allan Poe. Editorial del cardo [2010].
   Humor y sátira en la producción narrativa de E.A. Poe: La caricatura del mundo de las revistas. Francisco Javier Castillo. Artículo en línea.
   La literatura barroca (siglo XVII). Artículo en línea. Web: Xunta de Galicia [Consejería de educación, universidad y formación profecional]
   Most Common Writing Mistakes, Pt. 63: Purple Prose. Web: Helping writers become authors [en inglés].
   Prosa púrpura. Web: Autores de Tokio Hotel Fics.
   Prosa púrpura ¿Pecado mortal para la narrativa? Web: K. Marce's Corner.
   Sátiras°Epístolas°Arte Poética. Horacio. Ed. Gredos; 2008.

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