Cómo escribir un epílogo

   ¡Hola, letritas hermosas!

   Esta entrada me hace un poquito de ilusión, el motivo es que no es general como de costumbre, sino que surge de una petición de parte de Delia Flores, una querida compañera escritora con muchas alocadas ideas. Ahora, sin más demora, intentaré exponer ciertas características de un epílogo para que no se rompan tanto la cabeza escribiéndolos, ya que, de hecho, son más ligeros que el resto de la obra (ya veremos por qué “ligero”).


   Recordemos un poco lo escrito en "Preámbulo, prólogo o prefacio". En dicha entrada presento esta definición para el epílogo:

   “Se entiende como el escrito breve que aparece al final de la obra (científica o literaria), la cual resume o compendia todo el texto en sí. Este es realizado por el mismo autor. En el mundo literario se puede considerar más como un añadido o un anexo al final (diciéndolo de un modo muy simple). Además, puede ser escrito con un estilo o punto de vista distinto al de la obra (toda la novela escrita en primera persona y el epílogo en tercera, por ejemplo); de esta forma obtenemos información sobre los personajes poco o mucho tiempo después del final (eso sonó un poco paradójico jaja).

   Es la clásica escena que vemos de nuestros personajes viviendo una vida tranquila, o medianamente decente, después del caos dramático que tuvieron que enfrentar alrededor del libro. En el ámbito del suspenso y terror sirve para crear expectativa de una continuación o de un final más bien trágico: una última escena donde el fantasma de turno demuestra que no fue enviado al más allá y que continuará acosando a los protagonistas”.

   Vamos por partes, como dijo el picador criminal mutilador. Cuando se llega al clímax de la historia necesitamos luego un desenlace; recordemos que el clímax es la solución al problema planteado y en el cual se basa la novela, el último cara a cara entre protagonista y antagonista. Siendo de este modo, un desenlace es el cierre, consiste en una resolución final a todo.

   El desenlace es breve, conclusivo y se desarrolla en el mismo mundo de los protagonistas. No cuenta como desenlace, por lo tanto, un informe del periódico ni un párrafo periodístico en plan "Julia se casó con Sergio y vivieron felices para siempre, Daniel fue llevado a prisión y las víctimas ahora son felices". El autor debe proporcionar suficiente información de cuál será el destino de los personajes y qué es de ellos ahora que todo ha terminado. Eso tratándose de desenlace (lo que sucede inmediatamente después del clímax, las consecuencias del clímax), el epílogo sí puede ser conformado por informes respecto a los hechos o un artículo sobre el final de un personaje después de algunos años.

   Un epílogo es un desenlace. Pero, pero, pero... Se distingue cuando los hechos narrados suceden mucho tiempo después de la resolución y muy posiblemente en otro lugar. O sea, si lo que ocurre después del clímax es muy inmediato entonces no hay necesidad de separarlo; si ocurre unos meses, uno, dos, cinco o más años después entonces sí hablaríamos de un epílogo. Veamos un ejemplo y hago una advertencia de antemano respecto a los spoilers de los libros que usaré: Limón Blues, Cita con la muerte y Amor de machos.

   En “Limón Blues” de Anacristina Rossi no tenemos un epílogo tal cual; es un capítulo más, ya que los hechos que nos muestran son una continuidad aún sin nuestro protagonista. En este vigésimo tercero y último capítulo vemos cómo los hijos de Orlandus guardan las cosas de su difunto padre, enterrado en el capítulo anterior y protagonista del libro. Desde entonces la historia lleva un ritmo un poco más ligero y breve de cómo es la vida de los hijos de Orlandus y de su esposa, Irene.

   Irene ahora es el centro de atención, pero no vemos una problematización de su vida o de sus nuevas metas. No hay un nuevo planteamiento porque esta no es su historia y esto es una conclusión. La vemos hacer y qué rumbo está tomando, cómo experimenta la vida ahora que su esposo ha fallecido y que uno de sus hijos ha tomado un camino distinto y sin su presencia (es un niño de catorce años, pero que ha decidido ir sin reglas ni educación básica).

   Sí, Irene muestra problemas, pero el recorrido de cuáles son estas dificultades, cómo las enfrenta y qué hará después de hacen de manera simple y con su perspectiva (o sea, su manera de actuar se nota diferente a la de Orlandus). No transcurre tanto tiempo de la muerte de su esposo y sabemos de sus planes para migrar de ciudad y tener una nueva vida, de nuevas relaciones con otras personas; pero hasta ahí. Ya sabemos que ella seguirá viviendo y posiblemente vuelva a enamorarse o quizá no, quizá siga siendo profesora o cambie de profesión, sólo sabemos que seguirá su propio rumbo y únicamente vemos un poco de eso porque es lo que necesitamos, sólo un poco para saber hacia dónde podrá dirigirse Irene y sus hijos; la familia que Orlando dejó atrás al morir.

   “Ya no sé si es buena idea haber venido a este baile, un erizo de mar me subió a la garganta, este brazo firme que me rodea la cintura es el brazo de Orlandus o el brazo de Ariel o es el brazo de este hombre que ya no estará más, nunca más, a mi lado y seré muy valiente excepto cuando escuche una risa parecida, un nombre parecido o la lluvia suavecita se escurra de las hojas y me recuerde su abrazo, sí, su abrazo, el de quién...” (Limón Blues, último párrafo del último capítulo).

   Pero ustedes han venido a leer sobre epílogos y este no es precisamente un epílogo, sino un último capítulo de resolución, un desenlace. Por ende, hablaré de un par de epílogos. Estos son cortos, ya que, como dije antes, ser ligero es una de las características de los epílogos (a menos que haya sido un libro largo y con muchísimos personajes la cosa se alargaría más de cinco páginas, pero eso ya sería un caso aparte).

   Dije que un artículo de periódico no podía ser un desenlace, pero pueden usarse como complemento para el epílogo (a veces un artículo completo funciona como tal si cumple lo antes dicho acerca del tiempo y espacio). Por ejemplo, el epílogo de "Cita con la muerte" de Agatha Christie inicia con uno y todo el conjunto tiene apenas dos páginas (en la versión que poseo, hay otras que duplican ese largo). Dicho extracto del periódico conforma un párrafo donde tan sólo se habla sobre la muerte de uno de los personajes que sucedió en el último capítulo, luego de descifrar el misterio del asesinato que investigaba Poirot.

   Luego tenemos esto:

   "Una cálida noche de junio, cinco años más tarde, Sarah Boynton y su marido estaban sentados entre bastidores en un teatro de Londres. La obra representada era Hamlet, y el papel de Ofelia corría a cargo de Ginevra Boynton, que estaba recibiendo los calurosos aplausos del público". (Cita con la muerte, epílogo).

   Pasamos a cinco años después en una escena donde los personajes protagonistas interactúan en su nueva vida. Hay dos matrimonios felices, uno de ellos ya con hijos. El motivo de la reunión familiar es el espectáculo de la menor de la familia, Ginevra, quien ahora es una joven alegre y que se dedica al teatro. La familia interactúa con alegría y se los ve diferentes, ya no está la amargura que les pesaba sobre los hombros alrededor de la historia. Tan sólo una escena basta para dar una imagen de cómo cambiaron las vidas de nuestros personajes; el único que se mantiene estable, claro, es el detective Hércules Poirot. Esto es normal dado a que es el personaje clave de la investigación y el protagonista recurrente de los libros de Agatha.

   “—Su marido se está haciendo famoso. Hoy he leído una excelente crítica de su último libro.
    —Aunque lo diga yo, es un libro muy bueno. ¿Sabe que Jefferson Cope y Carol se han casado? ¿Y que Lennox y Nadine tienen dos hijos preciosos? Y en cuanto a Jinny… Es un genio.
    —¿Ha notado el parecido con su madre? —murmuró Sarah—. Creo que hasta hoy no me había dado cuenta. Sólo que ella es luz donde la otra era tinieblas.” (Cita con la muerte, epílogo). Sí, así termina este libro, con un diálogo. No hace falta más, ya nos han dicho lo suficiente.

   En el libro "Amor de machos" de Jacobo Schifter el epílogo se enfoca en una reflexión que hace el autor ocho años después de lo que presenció e hizo testimonio en el libro (una investigación acerca de las cárceles en Costa Rica y Centroamérica, sobre todo en el aspecto de la vida sexual de las personas privadas de libertad). El autor siempre habla en primera persona en el libro y nos da muchas perspectivas de vida a través de las entrevistas que hizo durante su tiempo yendo a penitenciarías para dicha investigación y laborar también dando talleres para reinserción a la sociedad y creando planes de prevención de que vuelvan a caer en actos criminales.

   El autor nos proporciona datos de varios de los entrevistados diciéndonos si ya han sido liberados o si la pena aún no ha acabado; algunos han sido asesinados y otros, travestis, quizá continúen prostituyéndose a la vez que mantienen alguna relación con otros reclusos. No sabemos qué pasó con todos, posiblemente Jacobo tampoco, pero nos da una idea de qué cosas pasaron y otras posibilidades luego de que él abandonó las cárceles para dedicarse a escribir el libro.

   “«Pero, Pico de Lora, dígame usted la verdad, no me mienta, no me trate de quedar bien conmigo, no me haga la masa aguada*: ¿Soy yo igual que los carcelarios, que los Ministros, que los funcionarios, que los religiosos, que los abogados?», pregunto sin saber la respuesta. «No, usted está loco, usted se viene a meter donde todos quieren salir, usted se sienta y come la misma mierda que nosotros, usted trae talleres y diversiones, usted ha llorado con nosotros, usted no se ha puesto a ver qué pesca ni qué saca, usted está loco», es su respuesta. «Gracias, Pico de Lora, es lo mejor que he oído en mi vida, es hora de irme y escribir este libro». Mi guía me concede a la valla que separa los dos mundos y me da un abrazo. Me siento como Orfeo que ha bajado hasta el infierno en búsqueda de algo perdido, tratando esta vez de no mirar hacia atrás”.

   *‘no me haga la masa aguada’: no me suavice el asunto, dígame las cosas como son, no me maquille las palabras…

   Para ir cerrando, me queda aclarar que un desenlace ni mucho menos un epílogo deberían plantear un nuevo problema. El ritmo se alenta y sirve de colchón para la subida que tuvimos en el clímax. A menos que se trate de una saga, las cosas deben ser conclusivas. Además, respecto a las sagas, las cosas tampoco deben ser muy abruptas porque genera confusión al lector; y una cosa en confundir y otra enganchar al lector. Sí, en las películas de terror los desenlaces y epílogos sirven sobre todo para dar a entender que las cosas no han terminado y que la saga se alargará quién sabe cuántas películas más. Pero esto no significa que los libros deban hacer lo mismo para generar misterio o temor.

   Un final abierto tampoco suele demostrar una buena resolución de la historia. La excusa de “quiero dejarlo a libertad del lector” no funciona si se nota que el autor dejó todo a medio palo porque no sabía cerrar su historia. Muchos lectores desean saber qué pasó definitivamente, no convertirse en Hércules Poirot para ver qué carajos pasó al final. Para tener un final abierto hay que tener muchísimo cuidado; dar pistas suficientes y no ser extremadamente ambiguos será de gran utilidad.

   Y como recomendación final, ya que estamos tratando con finales, cuídense mucho de los deux ex machina, un ser no puede llegar de la nada y resolver todo con una pista sacada de la manga o un discurso de "perdonémonos y dejemos en libertad al villano que nos quiso aniquilar todo el libro".

   Y ya con todo esto dicho, me despido. Ya saben que dudas y sugerencias, además de peticiones especiales como este artículo, son bienvenidas. Me gustaría saber si lo escrito ha sido de utilidad o si aún han quedado cosas en el aire.

   Atentamente, una beta de por ahí, ¡chao!
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   Fuentes de interés:
   Amor de machos. Jacobo Schifter [1998]. Ed. ILPES, Costa Rica, 1998.
   Cita con la muerte. Agatha Christie [1937, 1938]. Ed. Molino, España 1943; Ed. Planeta DeAgostini, España, 2008.
   El clímax en una novela, elemento clave del desenlace. Revista digital: Moon magazine.
   Epílogo del libro de Pablo Herreros, «El poder es de las personas». Web: Enrique Dans.
   Finales: Desenlace, resolución y epílogo. Web: Escrilia (.com).
   Limón Blues. Anacristina Rossi [2002]. Ed. Punto de Lectura, Costa Rica, 2007; Ed. Me gusta leer, México, 2014.

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Comentarios

  1. Y desde entonces, supe del calibre que estás hecha. Deux xD qué recuerdito. Sin duda me tocará re-leerlo de tanto en tanto.

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