Traumas y el pasado trágico de los personajes

   //Rompimientos, accidentes, muertes y tragedias para los personajes

   ¡Hola, letritas hermosas!

   “El pasado de un personaje está para comprenderlo, no para justificarlo” (PokespeFrantic, 2019).

   Esta frase resume perfectamente las reflexiones de la entrada de hoy. De hecho, el título tenía una palabra extra al final: “innecesarias”, pero decidí eliminarla por una razón: las tragedias crueles que van una detrás de la otra sí existen en el mundo real y hay productos de ficción que sí crean historias dramáticas verosímiles y crueles sin llegar nunca a lo ridículo. ¿Y cuándo llegamos a lo ridículo? En el preciso momento donde el personaje sufre porque sí, porque es un personaje trágico y los personajes trágicos sufren constantemente.

Una chica volteada ante una multitud de gente en la ciudad que va en dirección a sus espaldas

   Pero detengámonos un momento, tomaré de ejemplo al héroe Aquiles (los héroes clásicos son trágicos de por sí). Este sujeto tenía marcado su destino desde el nacimiento, así fue dictado desde el principio y ni los dioses podían intervenir; un semidiós que moriría en la guerra de Troya y cuya madre no consiguió salvarlo de ese funesto destino, habiendo fallado en darle inmunidad completa.

   Aquiles creció lejos de sus padres, pero no ignoraba su linaje, fue entrenado como el mejor de los mejores en la batalla y fue clave para que los dánaos pudieran ingresar en las murallas de Troya. Su hijo y otros compañeros terminaron el trabajo después de su muerte, sí, pero el punto es que cumplió su propósito de vida y las muertes que sufrió, así como la humillación que le hizo Agamenón le sirvieron para madurar, para cambiar de pensamiento y elegir, seguir adelante e ir a pelear como tenía que hacerlo.

   No conoció a su hijo y este se había vuelto un gran guerrero también, perdió a su mejor amigo y vio morir a muchos en la guerra, fue herido y todo lo que trae una década de lucha, pero ¿se la pasó llorando su vida entera? No, cumplió sus ciclos de luto, depresión y su cólera se apaciguó. Porque creció y tenía una personalidad, un propósito mayor a las cosas malas de su vida y aunque sabía que moriría, levantó su frente y agarró firme su lanza.

   Y habiendo visto que se me grabó a fuego mi clase de literatura griega, ¿qué podemos sacar del ejemplo de Aquiles? Que una tragedia tiene sentido en la vida del personaje, lo hace quien es y lo forma como persona. No lo hace sufrir sólo porque sí, sino porque le servirá más adelante, como la Mauske herramienta misteriosa. Es parte de su historia e influirá en su camino ya sea para bien o para mal, no simplemente va a justificar el porqué ahora es el más imbécil de sus amigos ya que quiere protegerse y hay que dejarlo porque sufrió mucho y pobrecito.

   Hay muchos ejemplos en la vida real de personas que fueron maltratadas y después de todo siguen siendo bondadosas o al menos intentan ser mejores personas. No se basan en un “me pegaron y ahora yo pego y me vale tres hectáreas de remolacha que me digan que me estoy pasando de la raya”. Que sí, puede que tenga esa personalidad, pero que sea porque es el personaje mismo quien se justifica, no el autor y mucho menos el narrador.

   Pensemos en un personaje que fue traicionado por su pareja o por su mejor amigo. Normalmente tiene dos vertientes para reaccionar: deja de confiar en nadie, o se sana y vuelve a intentarlo. Quienes se decantan por lo primero cometen muchas veces el error de exagerar la desconfianza y vuelven a los personajes unos patanes, pero se les permite ser patanes porque “ay, lo traicionaron, pobrecito. Está bien que me trate como el *rto, aunque le he demostrado que puede confiar en mí. Seguiré dejando que me apuñale porque pobrecito, sufrió mucho”.

   Primero: sería refrescante leer a alguien con suficiente criterio como para alejarse de alguien así; y segundo: ¿por qué tenemos que ser tan extremistas? Para ser desconfiado no necesitamos ser imbéciles con las personas todo el tiempo, simplemente nos guardamos las cosas y tendemos a ser egoístas, pero no tiramos directamente a maltratar a Raimundo y todo el mundo. Un personaje puede aprender a cuidarse más cuando conoce a alguien o a ser más perspicaz en detectar mentiras, eso sería un excelente aprendizaje, no sólo “me lastimaron y ahora prefiero lastimar de antemano”.

   ¿Qué pasa con asuntos físicos? Los accidentes automovilísticos son la vieja confiable..., una que yo también he usado, no se preocupen, no me creo perfecta en la materia. Los accidentes de este tipo son cómodos porque sí son comunes y de verdad pueden causar estragos tanto en el lugar de los hechos como en las familias afectadas. Pero de eso no tratan estas reflexiones, sino en que ¿por qué es necesario que el personaje o su familia sufra este accidente o cualquier otro? Ya sea en su trabajo, en la calle o porque tiene mala suerte, no importa, la cuestión es que un día está sano y al otro internado en un hospital.

   Dejo de lado historias donde la base es la vida de un personaje o varios durante o después de un accidente que les causó pérdidas humanas o de extremidades; ya que de eso se trata la trama no es tan criticable desde el punto de vista de esta entrada. Aquí interesa donde a la mitad de la trama ocurre un accidente por… ¿por qué? Yo no entiendo cuál es la necesidad de separar a dos amantes usando un carro mágico que mató a uno de ellos o arruinar una disculpa porque uno se distrajo y ¡enhorabuena!, descubrimos que también los peatones son imprudentes.

   Vamos a ver, sé que estas cosas pueden pasar, pero las ideas de una muerte repentina y una amnesia causa dramas se han repetido sin muchas novedades. ¿De qué le va a servir eso a los personajes? ¿Para qué separarlos de tal manera y para que “el final no sea un cliché color de rosas”? Casi se puede decir que es pereza.

   No me linchen por llamar a tal giro como perezoso. Dije “casi”. Para que estos accidentes funcionen tendrá que haber un proceso de crecimiento para el personaje, un duelo, un nuevo comienzo, tropiezos, etcétera. El cómo se lo vayan a tomar los personajes es lo importante y no todos pueden caer en un hoyo de depresión sin fondo, no es realista porque no todas las personas reaccionan igual ante las mismas adversidades. Ahí es donde nos damos cuenta qué tanto conocemos al personaje porque tendremos que escribir qué pensó, piensa y pensará acerca del problema y cómo afectará su vida tanto en las cosas buenas como en las malas.


A todo esto, sumo aquí a los villanos o antagonistas que hacen la vida imposible a los protagonistas. La frase inicial aplica para ambos bandos: una abeja reina malvada no puede quedarse en “soy mala porque tengo problemas en casa” y ya. Que le ocurran cosas malas no le da el derecho a tratar mal a los demás, es el camino que escogió y el cual conoce, sí, pero ella tiene que encontrarse a sí misma y aprender de lo que hace; de reconocer sus errores y de poder disculparse sin un “es que me lastimaron y por eso te lastimé”.

   Eso no es una disculpa, es una justificación; no está aprendiendo nada, sólo haciéndose la víctima. Y recalco: que se haga la víctima puede ser parte del personaje ¿quién quita que no?, pero la cuestión es que el autor/a sea consciente de eso y diferencie lo que piensa el protagonista, lo que perciben los demás personajes y lo que el narrador cuenta.

   Ejemplo simple de un narrador que justifica al personaje:
   “Sofía le dio una cachetada a su novio por voltear a mirar a una chica. Se lo merecía por faltarle el respeto, él sabía perfectamente que ella tenía baja autoestima y que se sentía insegura frente a otras mujeres; no importaba saber el porqué él se giró a verla. Sabía que el golpe le dolió a Sergio, pero este se guardó las quejas como debía ser, obró mal”.

   Ejemplo corregido de un narrador que simplemente expone al personaje:
   “Sofía le dio una cachetada su novio por voltear a mirar a una chica. Ella estaba firme en la idea de que se lo merecía por ‘faltarle el respeto’. En su cabeza era claro que él debió quedarse quieto porque bien sabía lo insegura que era ella frente a otras mujeres y la baja autoestima que tenía, no sabía por qué él la miró, pero no pudo evitar sentirse ofendida por ello. Sabía que el golpe le dolió a Sergio, pero se guardó las quejas y se complació porque desde su punto de vista era algo que él tenía que hacer como penitencia por su mal obra”.

   He sido bastante evidente, por supuesto, hacer consciente que el narrador sabe lo que hace no siempre es tan explícito. Pero es un ejemplo y es notable que en el primero es el narrador quien justifica la mala acción, en el segundo es el personaje el que se justifica y podrían ser otros quienes le perdonen sus malas acciones usando la misma excusa. Una cosa es exponer la justificación que alguien más presenta y otra muy diferente que yo sea quien justifique a dicha persona.

   Creo que con todo esto puedo terminar mis reflexiones y preguntas al aire para pensar. Como última recomendación les sugiero investigar un poco sobre análisis de personajes, sobre bases de psicología en cuestiones de personalidad, traumas y enfermedades mentales. Es bastante enriquecedor y ayuda montones a reconsiderar ciertas características que quizá no están calzando bien con el personaje o, también, reacciones que no son lógicas con su personalidad y pasado.

   Como de costumbre, las sugerencias, preguntas y peticiones son siempre bienvenidas.

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   Atentamente, una beta de por ahí, ¡chao!

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